Abril!


Alcánzame mariposa a la vertiente,

y así perdernos jugando en lo fresco,

en un simple y certero destello.

Levántame al sol,

bien sus rayos cegaran todo pasado.

Llévame del árbol a su sombra,

a contarte dulces cuentos de princesas con tu gesto.

Alcánzame sonriente preciosa joya tus manos,

el suave de tu piel tan pura en mi tacto,

el mar llorado su ritmo nuestros pasos,

Se mi niña amanecer!

De una vez...mi hija!

Crece y vuela a mi lado.

Abril tu voz!, tu canto!
 





 Eran todas rosas,
porque había en ese tiempo grandes jardines,
la inocencia del mundo.
despertar una mañana en mi mundo aguamar,
donde la enamorada del muro,
donde el ciruelo de adorno y el gomero,
donde Calígula dejo en el cristal su marca,
¡Y ambos eran un caballo!
Allí conocí plantas acuáticas,
y de una vieja raíz conocí el fresco del musgo,
las vías del tren oxide de lágrimas,
y no hubo un segundo, ni un segundo de nueva chance,

el abismo sería el camino que debería caminar por siempre.






Salí a caminar como hacia tiempo que no.
Me había quedado quieto.
No quiere decir que quieto no me haya sentido perdido,
con la misma sensación quizás de este viajero sin destino.
Pero lo intento,
me busco y no me encuentro.
Ellos que lo saben todo y yo tan vacío,
cada ves mas vacío,
pero es la represa continente la que derrumba en sus costas,
y me ensancha a precipiasos...

me acantila los bordes...
No es que la culpable no sea la cascada que llena el lago que soy,
porque a desbordar o a abrir compuertas se impone.
¿Será por remolinos aguas turbias?

¿Por el ahogo de este embudo asqueado?...
si la lluvia me llena,
si la tormenta existe...
¿Por qué Yo no entonces?